viernes, 27 de marzo de 2009

De luces y pudores

Una vela se apaga a sí misma, si es necesario, al despuntar el sol. Se cree "no" necesaria, se siente ridícula y se adivina humillada.

Entre el orgullo herido y su vergüenza, la llama se siente débil y se autofagocita.

Esa es la razón por la que nos nos mirarmos unos a otros en los transportes públicos, por la que bajamos la cabeza al estrechar una mano, por la que no damos los buenos días a los vendedores ambulantes y por la que subimos el volumen de las noticias más escabrosas.

Esta mañana me hablé frente al espejo, y descubrí que me hablaba para tener una excusa para no escribirme... Me dio tanto miedo que inventé un blog para dejar de hablarme.

Ahora que no me hablo en voz alta, voy a empezar a conocerme... Ahora que estás leyendo todo lo que tengo que decir, voy a terminar de dibujarme.

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