martes, 14 de septiembre de 2010

Se acabó la tierra

Se acabó la tierra.
Se acabó el horizonte.
Lo mejor que heredamos es aprender sin querer a ser íntegros, aprender sin querer un patrón en la sonrisa, siempre al borde de los labios.
Nada se termina por haber olvidado cómo respirar. Nada se calla.
Ahora, rompemos el silencio, soplamos cenizas, las esparcimos en ondas y las hacemos vibrar como un eco inextinguible.
No dejes nuestras voces en la arena… llévalas al viento contigo y pídeles que te canten cuando estés triste, que te hablen cuando estés solo, que te susurren cuando falte el sueño, que reproduzcan el sonido del beso para que nunca olvides.
Nosotros llevamos tu risa, en el bolsillo y, quizá, con los años, el tono de tu voz se desdibuje… pero, un día, sacando del bolsillo tu legado invisible, nos acordaremos enseguida de la música que siempre traía.