lunes, 9 de noviembre de 2009

Un día con las luces de cruce

Había regresado sin darse cuenta al mes de las luces afiladas. Amanecía uno de aquellos días que fabricaban sombras largas como esculturas de Giacometti y aún no se creía del todo que las sombras abrigaran más que las mantas.

Se levantó con la firme promesa de hablarse, aunque tuviera que elegir como interlocutor a una parte que noviembre hubiera dejado en la oscuridad. Creía que era posible reconciliarse con el sonido de su voz, aquella mañana helada, de posibilidades incontables.

Sólo tuvo que pulsar el intro un par de veces para abandonar la idea. Y de pronto las sombras ya no abrigaban como las mantas y pesaban mucho más que estas.