domingo, 17 de julio de 2011

Introducción a "El Espacio Prestado"

En el espacio prestado los manuscritos se amontonan en un desorden calculado. En un caos programado para recordarte que no posees ni un solo renglón de los que has derramado con la temeridad de quién conduce un deportivo sin cambiar de marcha.

No tienen vida propia porque no tienes un rincón en la memoria para darles el lugar en el mundo que les convierte en algo y, como almas de bebés en el limbo de la no existencia, se aparecen en tus sueños para recordarte que sin el final, el principio no existe, la historia no se presenta y todo lo que contiene no vale más que el garabato unidimensional de un párvulo que sólo quiere salir a columpiarse hacia un cielo que pinta del color que quiere. Porque él si tiene un espacio propio que le hace dueño de las frases que componen el microrrelato de su vida de riguroso estreno.

Abres un libro y sin prólogo ni epílogo no hay estantería que sustente su peso en hojas. Palabras deslavazadas que podrían convertirse en materia de cualquiera, tweets del horror vacui, pensamientos fugaces que duran lo que un tren tarda en deslizarse de estación en estación.

No sirve.

El espacio prestado se cobra la no-vida de tus manuscritos sin continuidad, se los lleva con él como precio del alquiler no tener nada.

Quizá- piensa el escritor- haya algo peor que el no tener nada nuevo sobre lo que escribir. Quizá el verdadero infierno es ese montón de líneas a doble espacio que esperan amordazadas un rumbo que las traiga de vuelta a la vida.

viernes, 4 de febrero de 2011

Scrabble

Cuando me confrontaron con la página en blanco de nuevo, descubrí que había dejado de importarme.

Las revelaciones llegan en su mayor parte cuando lo único que estás buscando es el modo de no perder el hilo de las conversaciones ajenas. Es el modo aleatorio de volver a acordarte de que una vez fuiste tú quien tenía siempre la última palabra.

Hay una pérdida mayor que la de tratar de ubicar las letras en el lugar donde deben estar y es darse cuenta que donde tienen que estar ya no pintan nada y hay que reinventar el discurso con la vida y buscarlas debajo del polvo de los muebles.

Jugando al Scrabble del olvido a menudo eres consciente de que existe algo peor que no encontrar el sentido en las palabras y es no tener absolutamente nada que construir con ellas.