lunes, 28 de junio de 2010

Luces por las que nadie apuesta

Puede que tardemos un segundo en llegar, o puede que no lleguemos en las siete vidas que nos prometieron. No importa, no llevamos prisa. Nos sentamos encima de las horas y las anclamos al suelo. No hace falta que hablemos, y eso hace que me sienta como si quisiera contártelo todo pero tú tuvieras el comodín del público.

Delante de mí sólo tengo otra hoja en blanco. Antes me angustiaba, ahora sólo pienso que es demasiado cara para ensuciarla con tinta. Tengo mucho que decir pero nada que merezca la pena que no se desvanezca con el vaho de un suspiro. Nadie apuesta nada a que las mejores novelas no estén en realidad en la cabeza de alguien y no en sus estanterías.

Cuando me desperté tú no estabas y yo seguía sin hablarme.

Aquella hoja en blanco era el único vertedero en el que arrojar mi sueño.